La renta básica incondicional funcionaría incluso si el 90% pasara el día fumando marihuana
Los críticos de la renta básica incondicional argumentan que su introducción incentivaría la pereza. Pues bien, según Sam Altman eso no juega ningún papel.
La renta básica incondicional es un tema cada vez más discutido. Y no sólo en la teoría. Países como Finlandia, Nueva Zelanda, Países Bajos o Canadá plantean seriamente su posible introducción e incluso algunos de ellos ya la han implementado -claro, a pequeña escala y en “modo de prueba”.
Sus opositores argumentan que la renta básica incondicional es un incentivo negativo para las personas. Al final de cuentas muchos trabajos son hechos sólo porque las personas necesitan dinero. También los políticos temen que las personas prefieran quedarse en casa.
Pero eso no juega ningún papel en el análisis, afirma el inversor norteamericano Sam Altman. Él es presidente de Y Combinator, una empresa que se dedica a financiar e invertir en startups -y es una de las más exitosas en el mundo.
«Una enorme ganancia neta»
¿Por qué, despues de la revolución cibernética y el enorme incremento de la productividad derivada del progreso tecnológico no tenemos semanas de trabajo de 15 horas o la anulación del costo de muchas de las necesidades de la vida? Esa es la pregunta que se plantean los partidarios de la renta básica.
En un podcast de la página norteamericana “Freakonomics” Altman afirma que tal escenario es más que viable. Altman argumenta que aun cuando “el 90% de las personas fume marihuana y juegue videojuegos todos el día», al final, incluso si sólo el 10% de las personas continúan creando magníficos productos y sevicios nuevos , «tendríamos una enorma ganacia neta«.
Pero qué tan real sería el bienestar que traería consigo una renta básica
Su afirmación es algo exagerada y formulada en un tono conscientemente provocante. Al final de cuentas, siempre necesitaremos de personas que se encarguen de suplirnos con los bienes y servicios más básicos (entre ellas nosotros mismos), pero lo importante aquí es la tesis central que formula Altman.
Porque al romper la relación forzosa entre trabajo y dinero, y liberar así a la mano de obra, las personas podrían dedicarse a sus verdaderas pasiones, a crear lo que realmente quieren crear. Está comprobado que la creatividad padece bajo la presión. La pregunta es, si la riqueza creada será suficiente para mantener a todos, incluso a quienes no quieran trabajar.
La renta básica es una forma radical de redistribución que implica darle a las personas el dinero que necesitan para cubrir sus gastos más básicos.
La automatización del trabajo y las enormes posibilidades tecnológicas harían posible que la renta básica fuera todo un exito, incluso si la gran mayoria no trabajara. Eso en el peor de los escenarios. Pero según la argumentación de Altman eso es poco probable.
De hecho, empíricamente ha sido demostrado que cuando las personas reciben dinero de más, se genera un sentimiento de seguridad financiera, que lejos de funcionar como un incentivo negativo, potencia las iniciativas y el desarrollo de proyectos. Es por eso que Altman está tan convencido de las ventajas de una renta básica incondicional: ésta sería un motivador tan poderoso que las personas, en vista de una nueva seguridad, se sentirían motivadas a trabajar aún más duro.
La última palabra
Lo cierto es que una renta básica sería al mismo tiempo una manera de descentralizar la redistribución de recursos. En pocas palabras, una forma de reducir al Estado de Bienestar (y posiblemente los altos índices de corrupción) al entregar el dinero directamente a los usuarios, en lugar de que fluya como subvenciones administradas por burócratas.
Una renta básica revolucionaría (para bien o para mal) la forma de hacer economía casi de la misma forma en que la descentralización de información gracias a la internet transformó al mundo.
Es imposible generalizar y saber de antemano la forma en que las personas actuarían, la forma en que consumirían, ahorrarían o invertirían.
Una respuesta al dilema sólo será posible después de su implementación parcial, como lo planean varios países.